Actualización 19 de marzo 2016:
Ya he transferido completamente éste blog a mi nuevo blog www.cintiasloveinaction.com
He puesto mucha energía en él y me encantaría veros por allí.
Os espero con los brazos abiertos!
Cintia
Sun Vivanta Resort: Alojamiento en una guesthouse muy especial
Ya he transferido completamente éste blog a mi nuevo blog www.cintiasloveinaction.com
He puesto mucha energía en él y me encantaría veros por allí.
Os espero con los brazos abiertos!
Cintia
Sun Vivanta Resort: Alojamiento en una guesthouse muy especial
Una de las mejores experiencias que he tenido en Sri Lanka
ha sido la de poder compartir durante
unos días mi estancia con una familia local. Como acostumbra a suceder, las
cosas llegan por casualidad, pero fue una agradable sorpresa del destino ir a
parar a aquella guesthouse.
Llegué a Mirissa desde Unawatuna sin ninguna reserva de
hotel hecha. Pensé que una vez allí ya me pasearía y encontraría algún lugar
para mí en cuanto a localización y precio. Los hoteles a pie de playa son más
caros y también menos tranquilos, así que me dirigí a la calle principal donde
están todos los hoteles, una vez cruzas la carretera, junto a la “junction” o
parada donde te deja el autobús.
Empecé a preguntar y la mayoría de lugares estaban llenos o
eran más caros.
Pero fui a dar con “Sun
Vivanta Resort”, una pequeña
guesthouse regentada por una familia local maravillosa. Pregunté y sí
tenían libre una habitación para mi. Sólo alquilaban dos habitaciones, y desde
hacía tan solo unos 3 meses. La habitación era muy acogedora, aunque el lavabo
era compartido y pagué por ella 1500 rs
la noche. Compartía el lavabo de la familia, pero para mi, que no soy
demasiado exigente, ya me estaba bien. En sí la guesthouse es su propia casa
que la tienen abierta a huéspedes, así que el
ambiente más casero es imposible.
La familia la forman un matrimonio con sus 3 hijos: una niña
y dos niños gemelos, todos ellos adolescentes. Una familia para mi ejemplar, por la buena educación y el excelente
trato que ofrecen. El marido trabaja para la administración y la mujer es
maestra de matemáticas en una escuela.
Tienen un bonito y
grande jardín lleno de árboles frutales que a mí era lo que más me gustaba.
Tener ese espacio para escribir, leer y comer al aire libre fue algo clave en
mi estancia allí.
Un trato inmejorable
Si algo es digno a
destacar de ésa familia es el inmejorable trato que ofrecen al huésped. Me
hicieron sentir como en casa! La semana que pasé allí con ellos me convertí en
una más de la familia, y lo bien que me sentí allí con ellos no tiene precio.
A cada momento te ofrecían té, dulces que preparaba la mujer
y lo mejor de todo, fruta del jardín! Si hay una fruta que me robó literalmente
el corazón fue la papaya… en mi vida, y
lo digo de verdad, había comido ningunas papayas tan exquisitas, deliciosas,
dulces y tiernas como esas!! Y recién cogidas del árbol.
La madre y yo compartimos muchas horas y muchos ratos
juntas. Durante toda mi estancia allí habíamos
tomado muchos tés y aunque no nos entendíamos demasiado por el idioma se había
establecido una relación muy bonita entre nosotras. Ella se pasaba el día
pendiente de mi… si necesitaba aloe vera para ponerme en la piel después de la
playa, si necesitaba jabón para lavar mi ropa, sin quería cambiar mis sábanas…
en fin… una dulzura de mujer! Siempre con una sonrisa de oreja a oreja!
Y el padre igual. Siempre que llegaba de trabajar se sentaba
conmigo un rato y me preguntaba como había ido el día. Hablaba bien inglés y
podíamos tener una conversación más fluida. Siempre se preocupaba por si había
comido bien o si ya tenía ganas de cenar. No es el típico hombre ni de ésta
cultura, ni de cualquier cultura digamosle “machista” que espera que todo lo
haga la mujer. Al contrario, trabajaba muchísimo en las labores de casa y
ayudaba mucho a su mujer. Cocinaba, barría, fregaba, planchaba el uniforme de
la escuela de la niña, cuidaba del jardín… la mujer decía que tenía mucha
suerte, porque su marido la cuidaba mucho! Y eso me encantaba, ver una familia
tan unida, con tanto respeto unos por otros.
La familia te ofrecía la posibilidad de desayunar, comer o
cenar allí… y las comidas eran un auténtico
lujo. Comida en abundancia y deliciosa, toda ella preparada y elaborada por
la madre. Así que recomiendo enormemente comer allí con ellos, o aunque sea algunas
de las comidas, porque puede salirte mucho más barato que en cualquier
restaurante y la comida es auténtica y casera.
Participando en la
vida familiar
Como ya he dicho, son una familia muy acogedora y especial. En todo momento me hacían partícipe de su vida familiar
y me enseñaban cosas o compartían momentos conmigo. Si iban a coger papayas, me
llamaban para enseñarme como lo hacían. Si iban a coger agua del pozo, si venía
un señor a subirse a las palmeras a coger los cocos, si plantaban, regaban o
hacían lo que fuera intentaban explicarme qué hacían para que yo supiera y
aprendiera cosas de allí.
Plantando un árbol
En los día que pasé allí nos cogimos mucho cariño mutuamente, ellos a mí, y yo a ellos. Como
digo, yo era parte de la familia… me metía en la cocina a ayudarles a cocinar,
les ayudaba en el jardín, hablábamos largas horas sobre nuestras culturas,
cosas de mi país, del suyo… en fin, sobre temas que nos ayudaran a conocernos y
aprender algo nuevo.
Una mañana el marido estaba regando el jardín y plantando
plantas nuevas. Me llamó y me dijo que fuera, que yo plantaría un árbol, así cuando el árbol se hiciera grande tendrían
un recuerdo mío. El árbol se llamaría como yo. Que ilusión me hizo! En
serio?
Fue muy divertido cavar el agujero con ellos, plantar el
árbol, regarlo, cubrirlo de tierra de nuevo… un acto muy simbólico para mí, y
que sin duda hacía que mi estancia allí con ellos fuera inolvidable.
A cocinar!
Si hay algo que me
encantaba era meterme en la cocina con ellos a mirar como la madre cocinaba
para así aprender yo. Siempre me ha encantado la cocina, y siempre que he
viajado a otros países, cuando he podido, he hecho algún taller de cocina para
aprender a cocinar algún plato típico del país. Lo hice en India, en Vietnam,
en Tailandia… y me hubiera encantado hacerlo en Sri Lanka también. Tuve suerte
que la madre era super campechana y aunque no hablaba inglés, se comunicaba
conmigo como podía y me iba enseñando.
Un día, no recuerdo como salió la conversación, le comenté
que en Unawatuna había probado un curry de calabaza delicioso y que me
encantaría aprender a cocinarlo. Ella me dijo que no me preocupara, que ella me
enseñaría. Al día siguiente iría a comprar
la calabaza y la prepararíamos para cenar.
Y así fue… montamos
un taller de cocina improvisado super chulo! Además era super divertida la
escena, porque estábamos toda la familia allí metida en la cocina. El padre
traduciendo los ingredientes, los niños mirando, yo tomando apuntes… La
situación era muy auténtica porque la cocina en sí no tiene desperdicio! Es una
estancia llena de trastos, vasos, cacharros de cocina y cosas por medio… para
nuestro estilo “occidental” aquello es un escándalo, pero para ellos es lo
normal. Y a mí me encantaba esa cocina tan auténtica!
El curry de calabaza
quedó delicioso y yo ya tengo la receta.
Como cada día la mujer tenía que cocinar para todos, se
pasaba largas horas allí metida, y yo siempre entraba a ver qué hacía. Lo que ellos comen cada día es “Rice and
curry”, un plato hecho a base de un plato principal, normalmente arroz, y
combinado con otros platos más pequeños (4 o 5 habitualmente) que lo comen
mezclado con el arroz: dhal, curry de patata, curry de calabaza, pollo,
pescado, paparam (una especie de patatas indias crujientes), garbanzos, o lo
que sea.
Aquellos “rice and curry” me volvían loca! Pues todo estaba
delicioso.
Uno de esos días me metí en la cocina y ayudé a rallar el
coco para ver como hacían la leche de coco, que como todo, tiene su secreto.
La despedida
La despedida fue un poco triste, especialmente cuando me
despedí de la madre… pues a las dos se nos saltaban las lágrimas de emoción. Pero
me fui sumamente contenta y emprendí mi viaje después de aquel paréntesis
disfrutando de playas tranquilas…
Recomiendo mucho la
estancia en ésta guesthouse, por su trato, su amabilidad, su hospitalidad y
toda la ayuda que te ofrecen para el tema de transportes o lo que sea que
puedas necesitar, ellos te lo ofrecen encantados.
Ésta es mi experiencia amigos, ojalá tengáis la oportunidad
de disfrutar de una familia local, sea esa en Mirissa u otra, pues hace la
estancia mucho más especial!