Actualización 19 de marzo 2016:
Ya he transferido completamente éste blog a mi nuevo blog www.cintiasloveinaction.com
He puesto mucha energía en él y me encantaría veros por allí.
Os espero con los brazos abiertos!
Cintia
Mi viaje a Myanmar fue sencillamente apasionante. 28 días que dieron mucho de sí y me permitieron conocer una cultura fascinante, una gente maravillosa (la más amable y acogedora de todos los países en los que he estado hasta ahora) y lugares de una belleza excepcional.
Ya he transferido completamente éste blog a mi nuevo blog www.cintiasloveinaction.com
He puesto mucha energía en él y me encantaría veros por allí.
Os espero con los brazos abiertos!
Cintia
Mi viaje a Myanmar fue sencillamente apasionante. 28 días que dieron mucho de sí y me permitieron conocer una cultura fascinante, una gente maravillosa (la más amable y acogedora de todos los países en los que he estado hasta ahora) y lugares de una belleza excepcional.
Aparte de la espectacular Bagan, un lugar que me robó
literalmente el corazón fue el puente de U-Bein, en Amurapura a 11 Km de la
ciudad de Mandalay.
Normalmente éste puente se visita en uno de los tours que se
puede hacer desde Mandalay, el cual incluye la visita a Inwa, Saigang y a
última hora de la tarde, Amurapura.
Ese puente, famoso por ser el puente de teca más largo del
mundo, con 1,2 km de largada, es un puente con una magia y una energía muy
especial, y se recomienda visitarlo al atardecer donde se puede ver una de las
puestas de sol más bonitas que pueda haber. A mi, simplemente, me enamoró!!! Me
gustó tanto que un día fui con un tour, y al día siguiente repetí la visita,
buscándome un taxi privado que me llevara. Quería disfrutar y saborear más ese
puente, esa magia al atardecer!
Lo que hace especial el lugar es sin duda la atmosfera
tranquila de la gente paseando, un lugar donde muchas personas van al caer la
tarde: parejas de enamorados, monjes, turistas, vendedores de bebidas y comida,
barqueros que te ofrecen un paseo en barca por el lago mientras ves la puesta
de sol…
La gran cantidad de monjes que también se veía paseando por
allí daban sin lugar a dudas un toque muy especial al lugar. Esos monjes, con
esas túnicas granates, aportaban una magia especial a un lugar que ya es mágico
de por sí. Embellecían el paisaje y lo exaltaban.
Disfruté mucho observando la gente, conversando con ellos,
integrándome en su cultura, sintiéndome parte de ellos. Y indudablemente
disfruté como una enana haciendo fotos, captando instantáneas de momentos donde
la belleza trasciende la realidad.