divendres, 27 de març del 2015

Galle, un paseo por la época colonial

 Actualización 19 de marzo 2016:

Ya he transferido completamente éste blog a mi nuevo blog www.cintiasloveinaction.com

He puesto mucha energía en él y me encantaría veros por allí.
Os espero con los brazos abiertos!

Cintia


Emprendí mi viaje hacia el sur con mucha emoción y ganas de conocer esas tierras llenas de palmeras y exotismo después de haberme pasado más de un mes y medio por las montañas y el norte de Sri Lanka. Galle fue mi primera destinación para iniciar ese recorrido por la costa y la zona de playas.


Había oído maravillas de esa antigua ciudad amurallada con tanta historia a sus espaldas pero sabía que recorrerla y verla con mis propios ojos sería una experiencia aún mayor.

Puedes llegar a ella en bus o tren. Yo llegué en tren desde Colombo (está a 3 horas) y el viaje fue fascinante y muy diferente al que había visto atravesando las montañas y los campos de té. Nada más salir de la capital, las playas y los cocoteros se dejan ver, y esa viva imagen a trópico te sigue acompañando a lo largo del camino.



Una mirada al pasado

Galle es una ciudad a pie de mar, llena de color y de estilo colonial construida por los holandeses a principios de 1663. Para entender cómo y porqué fue construida hay que entender su historia y su pasado dominado por colonias europeas durante varios siglos. Primero fueron los portugueses quienes llegaron al país en 1505 y unos años más tarde, durante su reinado de Kandy, construyeron un pequeño fuerte que fueron ampliando poco a poco con más murallas y bastiones. Posteriormente llegaron los holandeses, quiénes se hicieron con el control de Galle en 1640 y destruyeron parte de lo que los portugueses habían construido.


Después de que los holandeses construyeran el fuerte en el siglo XVII, Galle fue el puerto principal en Sri Lanka y durante más de 200 años fue un lugar importante donde atracaban barcos que viajaban entre Europa y Asia.

Pero la historia quiso que finalmente Galle pasara a manos de los británicos, quiénes se hicieron con ella en 1796 y empezaron a establecer nuevas relaciones comerciales con Colombo. Aún así, la herencia de los holandeses seguía y sigue vigente ofreciéndonos el sabor de una ciudad que vive a ritmo lento y la maravilla de más de 400 edificios entre casas, templos e iglesias que conservan intactos su estructura.


Paseando por Galle

Lo que nosotros conocemos por Galle, “gol” como así la llaman ellos en su idioma, el cingalés, es la ciudad amurallada dentro del fuerte que construyeron los holandeses aunque fuera del fuerte está la vida en la ciudad, bulliciosa y ajetreada como en cualquier otra ciudad de Sri Lanka.

Disfruté muchísimo caminando por la muralla, impregnándome de historia entre el azul del mar, el color tierra de las piedras y el verde de la hierba que crece en ella. Puertas, bastiones, escaleras y faros a lo largo de la misma te obligan a detenerte a contemplar esa maravilla arquitectónica y a tomar unas cuantas fotos.

Después me sumergí por el interior del fuerte y recorrí sus calles. Era fascinante observar esos edificios de estilo colonial, muchos aún bien conservados, otros en proceso de restauración. Multitud de tiendas, boutiques, hoteles, restaurantes y galerías de arte forman el escenario de la singular Galle y hacen de él un lugar muy “chic” y concurrido para artistas, escritores, poetas… y también turistas. Ello hace que no sea precisamente un lugar económico donde alojarse. Vamos que no es el lugar típico de mochileros y “backpakers”. La vida dentro del fuerte es más cara que fuera de las murallas, y los hoteles y restaurantes ofrecen precios más elevados, eso sí, a cambio de lugares exquisitos e idílicos donde saborear una deliciosa cena o donde contemplar unas magníficas vistas. Aún así es de obligada visita, sin lugar a dudas.

 Donde el reloj se para

En ella parece que el tiempo se ha detenido. Definitivamente tuve la sensación que el tiempo allí corría más lento y la vida trascurría a otro ritmo… más sureño, más pausado. Me detenía mirando los detalles de los edificios que tan coloniales me parecían. Puertas, arcos, ventanas y mobiliario de madera con motivos asiáticos y exóticos endulzaban mi vista. Y si algo me gustaba observar en medio de esa maravilla arquitectónica eran las plantas grandes, verdes y majestuosas que daban vida a esos edificios y esas calles.


Su gente, amable y tranquila te invita a compartir con ellos y a sumergirte en un ambiente familiar. Coge un libro, una taza de té o una cerveza y déjate llevar…


Otra de las cosas que más me fascinó fue la vida cotidiana dentro del fuerte especialmente por la mañana, al amanecer, cuando multitud de personas (locales la mayoría) salían a correr y hacer ejercicio alrededor de la muralla, jóvenes salían a las calles a jugar a criquet, perros y cuervos deambulaban y muchos hombres y mujeres abrían sus negocios, barrían las calles y te daban los buenos días. Algo en el ambiente me parecía muy familiar y más que sentirme como una extraña o una turista, me sentía como “en casa”, otra de las tantas casas que me están acogiendo durante mi viaje…

Gente corriendo por la mañana alrededor de la muralla

Jóvenes jugando por la mañana al amanecer a cricket

Hombre contemplando el mar a la puesta de sol

El amanecer, lo que no te puedes perder

Si hay algo que te recomiendo enormemente es que un día te levantes para ver la salida del sol desde el faro que hay en el fuerte. Las vistas fueron espectaculares! Disfruté como una enana admirando ese sol que sale cada día, pero ése día, ese amanecer, en ese lugar, con esa atmósfera me pareció único… El sol rojo, redondo, enorme y majestuoso me dio los buenos días, y yo, rendida a su presencia, le di las gracias por acompañarme un día más.




Siguiendo mi viaje…

En Galle no hay playa pese a que está rodeado de mar. Después de un par de días allí seguí mi viaje, en busca de playas,  palmeras, sol y arena. Mi próxima parada, Unawatuna, una localidad de costa a tan sólo 10 minutos, que me prometía unos plácidos días tumbada en una hamaca y agradables paseos por la arena…

Recomendaciones
  •           Si viajas con bajo presupuesto te recomiendo que salgas del fuerte (15 min. caminando), te des una vuelta fuera de murallas y vayas a comer en alguno de los múltiples restaurantes de cocina local o bien compres comida para llevar (take away) y te la lleves al hotel o te la comas contemplando el mar en las murallas…
  •          El trayecto de la estación de trenes o buses al fuerte son 150rs. Si estás alojado en el fuerte y quieres ir a Unawatuna te recomiendo que cojas un tuk tuk por 400rs. De lo contrario, es cierto que el bus apenas vale 20rs pero tendrás que añadirle el tuk tuk del hotel en Galle a la estación, y de la estación en Unawatuna al nuevo hotel… con lo que acabarás pagando lo mismo. Está a tan sólo 10 min.
  •           Amanecer delante del faro. Ya os lo he recomendado… pero insisto!
  •         Yo me alojé en el Hotel Weltevreden, es de los más económicos dentro del fuerte. Me salió por 2500rs (15€ aprox) la habitación doble. Después de visitar varios hoteles, es el más económico que encontré que tuvieran habitaciones libres. Lo mejor, su ubicación junto a la muralla y las vistas de todas las habitaciones a un jardín interior.

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